Tu cruel recurso,
Tu sangre tan helada,
Una mirada podría matar,
Mi dolor su encanto.
¿Merece la pena perseguir a una persona así? Sí, nos atrae, nos supone un reto, es, en ocasiones, un impulso incontrolable. Seamos personas sensatas. ¿Tanto nos gusta sufrir así, gratuitamente? Seguro que bastantes de personas de entre quienes leeis a diario este blog os habéis sentido en esta encrucijada, pensando, como reza esta canción:
Eres veneno bajo de mi piel.
Pero seguimos ahí. Sin saber porque, sabiendo que no conseguiremos nada. Pensando si somos un juguete, una mera diversión. Pensando si esta persona piensa y siente una cosa, pero demuestra otra. Y tratamos de comprender, intentamos resolver esta ecuación. Lastimosamente, si esa persona tan fría que nos supone un reto tan grande no quiere que entremos en su mundo, nunca conseguiremos nada. Por lo tanto, ¿Qué hacer?
Veamos, podemos alejarnos, o podemos seguir intentando. Es decisión personal el desaparecer de la vida de esta persona, alejarnos. En el futuro, quizá llegue un nuevo acercamiento, o quizá no. No debería importar. También es decisión nuestra el permanecer ahí. Tratando de comprender quien es, intentando averiguar que es aquello que tanto nos atrae, pensando en el motivo por el cual estamos en esta situación. De este modo, igual que si lo damos por perdido, puede que consigamos nuestro objetivo o puede que no.
Ahora bien, ¿Qué es más importante en tu vida? ¿Conseguir ese reto o ser quien quieres ser? ¿Cambiar en algo para conseguir nuestro objeto de deseo (o amor), o permanecer como somos y, pase lo que pase, seguir siendo quienes somos?
En el campo de la seducción, hemos visto e intentado mil "trucos", hemos intentado hacer muchas cosas. Entrar con todo en el primer momento, ganarnos la confianza de esa persona, intentar convertirnos en personas necesarias en su vida. Todo es válido, cada persona decide que hace con su vida y aquello que le acontezca. Aunque siempre quedará una pregunta en el aire.
Todo en esta vida tiene un principio y un final. Cuando llega ese final, ¿Quien serás? ¿La misma persona que siempre fuiste (con la lógica evolución que haya sufrido tu vida), o serás esa persona que se transformó para conseguir aquello que deseaba?
Si hay algo que rompe esa norma de que siempre hay un final para todo, es nuestra propia vida. Siempre nos tendremos, somos la persona a quien más hay que cuidar y, sobre todo, respetar. ¿Hasta que punto es lícito convertirte en quien no eres para conseguir tus objetivos? Esta última pregunta es tan válida para las relaciones sentimentales, como laborales... Como para cualquier aspecto de nuestras vidas.
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