12 may 2009

La senda del tiempo - Celtas cortos






Que levante la mano quien no se haya sentido así en algún momento en su vida. Melancolía, recordando lo que fue y lo que pudo haber sido, pensando en lo bueno que tuvimos, en aquello que se fue.

Añorar el pasado, sentir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y miramos atrás, en unos casos sonreímos, en otros lloramos. Rara vez deja indiferente el recuerdo que nos pasa por la mente en esos momentos. Otras veces sentimos lo que nombramos anteriormente, "todo tiempo pasado fue mejor". Y no le vemos sentido al hoy, al presente. Por supuesto, el futuro carece de importancia, pues no queremos que llegue. Queremos recuperar el segundo que ya pasó, corregir aquel error que cometimos. Sentimos que no somos quienes fuimos.

Ese es el momento perfecto para recordar que cualquier tiempo pasado no fue mejor. Es el momento de recordar que todo momento en nuestras vidas es el mejor. El momento bueno, el momento malo. Ese momento en que nos divertimos y no queremos que acabe, ese momento malo que nos hunde y queremos que acabe lo antes posible. Esos son nuestros mejores momentos, todos. 

Cada segundo cuenta, cada paso en nuestras vidas nos forma, nos pule y nos hace brillar cada vez más. Siempre que así lo deseemos. Los momentos malos nos hacen más fuertes, de ellos aprendemos a no repetirlos. Los momentos buenos nos muestran aquello que somos capaces de hacer, aquello que somos capaces de sentir (igual que un mal momento también nos muestra aquello que sentimos).

Despreciar nuestro pasado es despreciar nuestra vida presente. Vivir con nuestra mente en el pasado, es despreciar nuestra vida presente. Es el primer paso para enterrar nuestro futuro, a menos que cambiemos.

Cualquier momento de nuestra vida es tan bueno como cualquier otro para ese cambio.

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