Como quisiera aprender a mirar por tus ojos,
Ponerme en tu piel, mostrarte el prisma manchado,
Por el que yo miro, por el que yo miro,
Por el que yo ahora grito te quiero.
Comunicación. Sí, esa cosa tan complicada.¿Realmente lo es? Por supuesto que cada persona piensa de un modo distinto, que hombres y mujeres tenemos un modo de razonar que varía indefectiblemente. ¿Cómo atajamos esto?
¿Es realmente tan importante saber como piensa la otra mitad de una pareja? Nos torturamos en muchas ocasiones pensando en si esto o aquello es lo correcto, si hicimos bien o mal, pensando que pensará nuestra pareja acerca de esto o aquello. Y, por supuesto, a nuestra pareja le sucederá lo mismo. ¿Porque no... tratar el tema con mayor naturalidad?
Sabiendo que cada uno opina de un modo, ¿No sería acaso más sencillo aceptar que tu pareja es como se muestra y piensa como lo hace? Sin buscarle tres pies al gato, sin darle vueltas con preguntas que no obtendrán la respuesta deseada. Porque sí, esperamos siempre que la respuesta sea la que tenemos en mente. Craso error. Ante cualquier situación, cada persona opina a su manera. Quizá deberíamos entender y respetar esto.
Sería cuestión de magia el saber que opina, que quiere, que piensa nuestra pareja. Y la magia ya sabemos que es un engaño. Podemos conocer a una persona, conocer sus preferencias, aquello que odia... Pero no podemos basar nuestra vida en eso que sabemos y cambiar nuestra personalidad en base a ello. ¿En que nos convertiríamos? O, mejor dicho, ¿en quien?
Tal como decíamos antes, ¿porque no aceptar que esta persona piensa de este modo distinto al nuestro? Siempre que no nos suponga un enorme impedimento, no es más que un paso adelante necesario para mantener la unión entre dos personas.
Tal vez deberíamos centrarnos en nuestra propia persona y respetar y aceptar a aquellas personas con quienes compartimos nuestras vidas.