Todas las promesas que rompimos,
Todas las palabras sin sentido y vacias,
De las que hablé.
¿Qué hay de todas las cosas que me enseñaste?
¿Qué hay de todas las cosas que dijiste?
¿Qué hay de todos tus sermones proféticos?
Simplemente estás lanzándolo todo lejos.
Quizá deberíamos quemar la casa...
Todas las palabras sin sentido y vacias,
De las que hablé.
¿Qué hay de todas las cosas que me enseñaste?
¿Qué hay de todas las cosas que dijiste?
¿Qué hay de todos tus sermones proféticos?
Simplemente estás lanzándolo todo lejos.
Quizá deberíamos quemar la casa...
¿Por cuantas rupturas has pasado? ¿Cierto que en cada relación existieron promesas que luego se rompieron? Bien, ¿se acabó el mundo? Seguramente en un primer momento sí. Pero sigues con vida. Pero llega otra relación, su correspondiente ruptura y los mismos sentimientos, frases apocalípticas para tu propia vida, nada tiene sentido, etc. Y así una y otra vez.
¿Pensaste alguna vez en APRENDER de cuanto vives? Cometemos una y otra vez los mismos errores. Esa frase de... "Si es que siempre me pasa lo mismo, que malas son / que malos son". Bueno, lo hemos suavizado. Lo habitual es un "son todas iguales, egoístas, blablabla" o "son todos unos cabrones". A fin de cuentas, tanto hombres y mujeres se quejan de lo mismo. Una parte de la pareja quiere acabar con ese concepto y seguir con su vida, pero la otra parte no quiere comprenderlo.
Por supuesto, el rencor sigue vigente con el paso del tiempo... Y cuando conocemos a una nueva pareja, esta persona es "diferente" al resto... Sí, hasta que se rompe la pareja, que es cuando pasamos a esa persona al bando de "son iguales". ¿Pensaste alguna en que, quizá, has estado acercándote al tipo de persona equivocada?
Tú buscas unas cosas en una relación, correcto, cada cual tiene sus preferencias. Conoces a esta nueva persona y, ¡oh! Te parece la octava maravilla, eres la persona con mejor suerte en el mundo. Idealizas, "sabes" que has acertado en esta ocasión. Hasta que llega ese "maldito" día en que deja de ser la octava maravilla para pasar a ser un número más en tus estadísticas de "siempre me pasa lo mismo".
Aunque cuesta dios y ayuda reconocerlo, la raíz de todo ello está en ti. Tú eres quien ha elegido a esa persona, quien se ha acercado, quien se ha enamorado y quien ha seguido adelante. Por supuesto que la otra persona ha hecho lo mismo. Pero si tú no te acercas, si te alejas, no hay relación posible. A fin de cuentas, cada persona es, en última instancia, responsable de todo cuanto acontece en su vida.
¿Te paraste a pensarlo alguna vez?
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