El pensamiento de todas las estupideces que he hecho,
Yo nunca quise causarte problemas,
Yo nunca quise hacerte mal.
Y si incluso te causé un problema,
Nunca quise lastimarte.
Es fácil darnos cuenta de las cosas. Sí, una vez que las hemos hecho, una vez que vemos cuales son sus consecuencias. Mal y tarde. Al menos que sirva para que aprendamos a no repetir errores.
Igual que decimos que, cuando una persona comete un error de cara a nosotros, somos quienes decidimos que hacer con respecto a ella, cuando somos quienes cometen el error, al menos demos la cara y sepamos y seamos conscientes de las consecuencias que puede traer. Las mismas que si nos viésemos en el otro lado.
La cagaste, bien, ya está hecho. ¿Qué harás ahora? ¿Decir "lo siento" y quedarte tan feliz de la vida? Mejor disculparte. Pero disculparte BIEN, sin medias tintas. Tampoco es una situación en la que rebajarse y "prometo que cambiaré, eres mi vida y mi alma y todo te lo debo a ti". No. No nos engañemos. Si una persona no quiere perdonarnos, dará lo mismo lo que digamos/hagamos. Si quiere perdonarnos, lo mismo. Por lo tanto, una disculpa. Una disculpa sincera, reconózcase el error, el fallo. ¿Para que negarlo? Pero sinceramente. Mentir para encubrir un error... Es un error al cuadrado y no se sostendrá por mucho tiempo.
Decir la verdad es sencillo, recordamos lo que hemos hecho. Mentir es más complicado. Hay que recordar siempre cual fue la mentira, que se dijo, como se dijo y mantenerse siempre firme. No resulta muy sencillo.
Ante un error, cuando hemos causado dolor, mejor esta postura, ¿no creéis? Disculpas y ya está. No insistir, agobiar. El daño ya está hecho y no es quien daña la persona adecuada para curar ninguna herida. Aunque quizá esto conlleve a separarse de quien herimos en su momento, es el precio a pagar.
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